Este artículo, dormía tranquilamente en el baúl de los objetos olvidados y hoy a vuelto a mis manos y no he resistido la tentación de compartirlos con todos ustedes, para aquellas personas, enamorados de la escuela.
Se lo quiero dedicar a mi grupo de alumnado de aquel año 2.000, ellos y ellas hicieron posible, qué me realizara en mi profesión de maestra. ¡He aprendido tanto de los que fueron mis alumnos/as! ¡Mil gracias!
Un nuevo curso, nuevas ilusiones, proyectos, ideas… . ¡ Miremos antes en el baúl de los recuerdos!. Carpetas archivadas que al abrirlas nos transportan a experiencias casi olvidadas. En cuanto a estas páginas le da la suave brisa del aire limpio y renovado del presente comienzan a tener vida; nos hacen recordar a veces con alegría , otras con añoranza.
Promoción 1997 / 2000. Miro el último curso 1999 /2000 fin e inicio de siglo, el final para ellos de la etapa de Educación Infantil. En un momento se agolpan los comentarios, las anécdotas, las actividades más destacadas. Recuerdo con mucho cariño “aquel mural de dinosaurios”. En aquel entonces yo fui la primera sorprendida; ahora lo miro y me digo: ¡Con razón, no parece haber salido de niños /as de tan solo 5 años!.
¿Cómo se inició esta actividad?. Aunque parezca sin relación, en la asamblea ese día hablábamos de la calle, de sus elementos , de lo que podíamos observar en ella. Comparábamos lo que todas tenían en común y en lo que se diferenciaban.
Fue Rafael el que hizo la observación de que las calles de Clarines( una aldea del pueblo donde celebramos la romería) no eran iguales que las de Beas (nuestro pueblo). Entre ellos surgió el diálogo:
– Sí , es verdad no son iguales, son de tierra.
– De tierra pero algunas tienen piedrecitas pequeñas.
-Son”chinorros”.
-Pero yo he visto que a esos chinorros se le echa una cosa negra y se quedan pegados.
– Sí, se convierte en la carretera, que es negra.
Después de este último comentario, a Javier se le encienden los ojillos, sabía algo que el resto no, y eso les hacen sentirse muy importantes.
-Lo negro, seño, se llama alquitrán.
-¿Cómo lo sabes tú Javier?.
-Lo he visto en un libro de la biblioteca, existe desde la prehistoria.
-¿Desde la prehistoria?. ¿Qué es eso?.
-Cuando existían los dinosaurios, algunos se quedaban pegados en el alquitrán y los carnívoros se lo comían.
En esos momentos, después de la intervención de Javier, me sentí como una periodista que sabe que tiene en sus manos un bombazo. Podía sacarle mucho partido a aquella asamblea. Javier estaba entusiasmado y seguía contándonos más detalles. El grupo tuvo distintas respuestas, algunos lo miraban sin perder detalle de lo que decía; a otros no le interesaba mucho el tema y los había que estaban cansado de que otro fuera el protagonista y querían intervenir contando otras cosas que también impactara.
Tengo que intervenir para darle mayor participación al grupo.
¿Qué os parece si comprobamos nosotros si es verdad que las piedrecitas se pueden quedar pegada para formar la carretera.? Pero lo malo es que no tenemos aquí alquitrán. ¿Cómo podemos hacerlo?.
-Seño, con pegamento del que usamos para pegar las fichas.
-¡Bien!. ¿Quién nos va a traer las piedrecitas?.
Naturalmente se escucha: yo, yo, yo , yo, yo……. . Elegimos al protagonista y a otro compañero/ a que él quiera que le acompañe.
No tardan en llegar con el cubo lleno de “chinorros” del patio, colocamos parte de ellos en una tablilla y lo bañamos de pegamento. Vuelvo a intervenir:
-¡ Niños y niñas, lo siento esto no ha funcionado, no se pegan!.
-Porque son muy duro, vamos a dejarlo hasta mañana seño.
-¿Creéis que mañana se habrán pegado?.
-Sí, cuando se seque el pegamento.
Antes de terminar la asamblea volvemos a preguntar a Javier si él puede traer el libro donde ha visto lo del alquitrán y los dinosaurios para dejarlo en nuestra biblioteca y que sus compañeros /as puedan verlo.
-Ya no tengo el libro, pero puedo sacarlo otra vez porque yo tengo el carnet.
-¿Tienes un carnet para sacar libros?. ¿Alguno más lo tiene?.
-No
Ya tenía en mis manos otro tema de trabajo. Se hacía larga la asamblea y lo dejamos para el día siguiente. Ni que decir tiene que al día siguiente todos esperaban dos cosas:
Que Javier trajera el libro del que había hablado y comprobar si las piedras se habían quedado pegadas con el pegamento.
Ambas cosas sucedieron y las dos fueron tema de interés, un punto de partida para nuevos aprendizaje.
Del pegamento se comentó que se había vuelto trasparente y se había ido al fondo, que ahora las piedras estaban más duras, que ya no se podían despegar. Bueno se hicieron una idea aproximada de cómo funcionaba el alquitrán en la fabricación de las carreteras. Pero también de que los trabajadores de la carretera tendrían que hacerlo de forma diferente a nosotros para que la mezcla de alquitrán y “Grava” fuera uniforme y no se vieran las piedrecilla. Se hablo de las máquinas que hay en la carretera cuando la están arreglando …
El libro de Javier causó más impacto del que yo me esperaba, todos alucinaban con los dinosaurios, él explicaba las características de cada uno, sus nombres, lo que comía, su tamaño, si eran “buenos” o “malos”.
Todos querían sacar libros de la biblioteca y tener un carnet como Javier; así que llamamos a Juana Pilar (la bibliotecaria) y nos presentamos en la biblioteca a hacernos socios lectores. Fue una actividad muy interesante, estaban contentísimos con su flamante carnet y con su libro.
Durante una semana no se habló en la clase más que de dinosaurios.
Les invité a que realizaran un mural en el rincón de pintura y estuvieron de acuerdo a la primera. Javier, Ángel y Sonia dibujaron a lápiz, yo no salía de mi asombro, se subían a la silla para ocupar todo el papel, porque según ellos los dinosaurios eran algunos muy altos(eran herbívoros y se alimentaban de las hojas de los árboles).
Me impresionó la proporción, la perspectiva, la distribución; eran características para mí, muy por encima a sus edades; pero era evidente que una cosa es lo que creemos, lo que suponemos y otra distinta lo que nos podemos encontrar. En el mural participó la clase al completo. Una vez dibujado se pasó al apartado pintura, los autores dirigían y el resto daban color . El resultado final fue inmejorable. Al final del curso nos sirvió de fondo para entregar los diplomas y el libro recordatorio de su estancia en infantil.
Todos estaban muy orgullosos de aquel mural, cuando marcharon a primaria, su nueva maestra quiso que al llegar fuera lo primero que vieran en el pasillo.
¿Lo que yo aprendí?. ¡ Tantas cosas!.
Me sentía muy orgullosa de ellos, si uno de mis objetivos al iniciar el ciclo fue formar un grupo donde todos colaboraran, se ayudaran y respetaran, esta era una prueba clara.
- La motivación puede hacer milagros, esa fue otra de las cosas que aprendí.
- Que todos los caminos llegan a Roma, solo hay que saber orientarse; al comprobar el mapa de conceptos que habíamos elaborado el ciclo para esa unidad, me di cuenta que se había trabajado todo y más.
- Lo importante que es escuchar, dejar que hablen, que nos cuenten sus cosas, sus descubrimientos…
- Cada niño /a tiene un potencial, solo hay que encontrarlo y desarrollarlo.
- No hay que poner límite a lo que “debemos enseñar” por creerlo por encima de las posibilidades de los pequeñines. En la enseñanza hay que arriesgarse y cometer errores para aprender y si damos un paso y comprobamos que nos equivocamos “caminito de vuelta y sin problema”.
- Reafirmé mi vocación, me di cuenta de lo maravilloso que es el mundo de los niños y niñas, de lo gratificante que es enseñar y aprender con ellos y de ellos.
- ¡ Y como no.! Que el alquitrán existe desde el tiempo de los dinosaurios.
M ª Ángeles González Caballero
Maestra del CEIP Juan Ramón Jiménez
Beas – Huelva-