El pasado sábado día 19 de Mayo, Beas amaneció triste porque se murió el gran poeta Manuel Gerardo Bando a los 70 años de edad. Su familia y todo el pueblo sintió mucho esta gran pérdida.A los 10-12 años escribió su primer poema titulado “El aguador” y tocaba la guitarra desde los nueve años de edad.
Manolo Gerardo compuso muchas sevillanas, el pasodoble de Beas y escribió varios libros, en el año 1991 salió a la luz su primer libro “Por el Agualuz del Sur” dedicado a Andalucía donde se demuestra su amor por esta tierra.
El pasado octubre en el día de Beas, el ayuntamiento le dedicó un pequeño reconocimiento poniéndole al Parque de nuestro pueblo su nombre.
Alumnado de 1º
En cualquier comunidad existen personas que destacan por sus valores, por sus obras, por su carácter… De entre todas ellas la especialmente queridas por todo el colectivo son aquellas que destacan sin quererlo, sin buscarlo, sin pretensiones, desde la humildad, Manuel Gerardo Bando Beltrán es un claro ejemplo de ello y precisamente a consecuencia de este hecho, su pérdida aúna a la comunidad, en este caso el pueblo de Beas, en un sentimiento de tristeza compartido sin excepciones.
Lamentablemente hemos tenido ejemplos recientes de pérdidas dolorosas de personas muy importantes para nuestro municipio. En este caso, con Manolo Gerardo se han ido el sentimiento, la poesía, los cantares, el maestro…
Manolo era el maestro de nuestro pueblo. Juglar delante del paso y poeta de “Los Grifos”, como lo definía su hermano Fernando en aquella preciosa sevillana que compuso para “La Secta del Buen Toque”. Manolo fue maestro, de profesión, enseñando a los niños/as, pero también fue maestro de otros muchos campos, enseñando a los adultos a vivir en la poesía, el cante, el teatro o el carnaval.
Tuvimos la suerte de tenerlo compartiendo una mañana con nuestra Comunidad Educativa el curso pasado. Le costó enormemente venir al colegio, porque en sus propias palabras la añoranza de aquellos años suyos como maestro siempre le ha perseguido, y revivir el ambiente escolar le producía una gran tristeza y nostalgia.
Su legado humano y cultural tiene la misma fuerza que sus composiciones, la misma pureza, el amor a su tierra, a su sur. Un sur que le permitió desarrollar una vocación mariana repartida entre Clarines y España.
Un sur bajo cuyo azul infinito sus cuerda de guitarra garabatearon sones clarineros o campanilleros, rodeado siempre de muchas voces femeninas, que hoy lloran su pérdida y los buenos ratos de los últimos tiempos junto a él. Ese sur quedó huérfano de añiles y mudo del palillero de las cigüeñas de la torre el día que Manolo, cual cohete mañanero del catorce, se fue al cielo.
Marchó el poeta, se fue el juglar, nos abandonó el maestro, se fue el hermano, el tito, el amigo… pero nos dejó el “Agualuz del sur”, el Pasodoble de Beas, nuestro Parque Municipal que lleva su nombre, sus sevillanas, sus poesías en cada revista y su recuerdo (imborrable e insustituible) en cada camino de romería.
Decía San Agustín que “hay algo de humanidad que exalta extrañamente el corazón”. Precisamente el corazón de Beas sufrió un vuelco colectivo tremendo con la noticia de la muerte de Manolo Gerardo. Que allá donde esté continúe siendo tan grande como lo fue entre nosotros. Aquí siempre será recordado eternamente querido.